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domingo, 30 de enero de 2011

Segunda generación de dioses.

Zeus tomó una esposa divina, Hesíodo le atribuye a Metis como primera compañera, Gea y Urano, depositarios de los secretos divinos, revelaron a Zeus un oráculo del Destino: "De  los hijos que nacieran de Metis y de él, el primero sería muy sabio y valiente, pero el segundo sería un hijo de ánimo violento llamado para destronar a su padre". 
    Previniendo el peligro, Zeus se comió a Metis cuando ésta esperaba a su primer hijo.
  Zeus convocó al dios forjador, Hefestos, y le ordenó que le hendiera la cabeza de un hachazo. Y así es como, de la cabeza de Zeus, surgió una muchacha enteramente armada: era la diosa Atenea, toda sabiduría y valentía. 
  Temis, la Titánida, fue la segunda esposa de Zeus, era ella la encarnación de la ley o la Equidad.         De esa unión nacieron las divinidades que llaman las Horas, y que son las estaciones. 
    Eran tres, Hesíodo, las llama: Eunomía, Diké e Irene, es decir, Disciplina, Justicia y Paz, pero los atenienses las conocían bajo los nombres de Thalo, Auxo y Carpo, que evocan los tres principales momentos de la vegetación: el nacimiento de la planta, su crecimiento y su fructificación. 
     Zeus tuvo otras tres hijas con Temis, Moiras (las Parcas): Cloto, Laquesis y Átropos, que rigen el destino de todo ser humano. Aquel destino estaba simbolizado por un hilo, que la primera de las Parcas sacaba de su rueca, que la segunda enrollaba y que la tercera cortaba cuando llegaba al término de la vida que  representaba. 
     La tercera esposa de Zeus fue la Oceánida Eurinome, que le dio también tres hijas, Kharites (las gracias), Aglae, Eufrosine y Talía. 
    Como las Horas, las Gracias son genios de la vegetación: son ellas quienes transmiten la alegría en la Naturaleza y en el corazón de los hombres.     Viven en el Olimpo en compañía de las Musas, presiden toda labor femenina. 
     Deméter que era su hermana, dio a Zeus una hija, Perséfone. 
    Luego se unió a la Titánida Mnemosine, y tuvo de ella nueve hijas, las Musas, "que se complacen en las fiestas y en la alegría del canto". 
    Las Musas también patrocinan todas las actividades intelectuales, hasta las más altas, todo lo que libera al hombre de la materia y le da acceso a las verdades eternas. Elocuencia, persuasión, sabiduría, conocimiento del pasado y de las leyes del mundo, matemáticas, astronomía, poesía, música y la danza son su dominio. 
    Las Musas eran: Calíope, Clío, Polimnia, Euterpe, Terpsícore, Erato, Melpómene, Talía y Urania. 
Después de Mnemosine, Zeus se unió con Leto, la hija del Titán Ceo y de la Titánida Febe. De ella tuvo dos hijos, Artemisa y Febo. 
    Maia, hija del Titan Atlas, concibió al dios Hermes por obra de Zeus. 
    Hera fue la última de las esposas divinas de Zeus, que le dio un hijo. Ares, el dios de la Guerra, y dos hijas: Hebe, personificación de la juventud (esposa de Heracles), e Ilitia, el genio femenino que protege los partos. 
    Zeus amó también mortales, sobre todo a Alemena, que le dio a Hércules, y Semele, de la que tuvo a Dionisio, el dios del Vino. 
    Hera, furiosa de verse así abandonada, hizo nacer por sí misma, sin la intervención de Zeus, a un hijo divino, Hefestos, que preside el trabajo de los herreros y de las artes del fuego. 
     Se completa de esta manera, el grupo de las grandes divinidades. 
    En la época clásica se considera que existen doce "Olímpicos":  Zeus, Poseidón, Hefestos, Hermes, Ares, Febo, Hera, Atenea, Artemisa, Hestia, Afrodita y Deméter.

domingo, 23 de enero de 2011

Zeus y Danae.

Danae es otra de las mujeres mortales que inspiran un gran amor al padre de los dioses. También en este mito se unen, como en casi todos, el amor, la belleza y la muerte. No nos cansaremos de repetirlo: ¿se puede hablar acaso de una verdadera historia de amor que no esté inspirada por la belleza de la mujer y que no termine por la muerte de alguno de los dos protagonistas, o de ambos? Existen muy pocas leyendas de amor feliz, y entre ellas la de Filemón y Baucis, que es uno de los mitos más tiernos y consoladores de la antigüedad, y que también se cuenta en este libro.
En la ciudad de Argos hay un rey llamado Acrisio que tiene una hija muy bella, Danae. 3 Muchos príncipes vecinos la pretenden, pero su padre no la deja casar con ninguno, porque el oráculo, cuando nació la niña, anunció que el primer hijo que ella tuviera daría muerte a su abuelo. Y Acrisio ama mucho a su bella hija, pero también ama su propia vida.
El mito del hijo que por fuerza mayor, por destino, ha de matar al padre, o el del nieto que ha de matar al abuelo, es muy frecuente en la leyenda griega. Puede ser debido en parte al deseo latente de reinar que se suponía en todos los hijos y nietos de reyes, y acaso a la triste realidad, repetida más de una vez, de hijos de reyes que mataron a sus padres para sustituirles.
Y en parte también al sentido trágico de la existencia que los griegos pusieron en el fondo de casi todas sus leyendas. Veían la existencia del mal, de la calamidad, y trataban de justificarlos con las voces de los oráculos caprichosos y con las pasiones negativas de los dioses que repercutían en los hombres. No hay ninguna buena razón para que un hijo mate a su padre. Pero si los dioses lo quieren así y el oráculo lo ha anunciado, el hijo no puede dejar de cumplir su destino.
Acrisio, para evitar que el oráculo se cumpla, aparta a su hija del trato con los hombres. Manda construir una torre de bronce y en ella encierra a Danae. No le regatea ninguna comodidad, pero no la deja salir de su prisión. Y manda hacer un extraño pregón entre los príncipes vecinos: que Danae, su hija, ha de ser considerada como muerta, y que es inútil que ninguno pida su mano.
Todos los príncipes sospechan que Danae está encerrada en algún sitio, pero ninguno sabe dónde. El rey de Argos es poderoso, y ningún príncipe se atreve a hacerle la guerra para salvar a Danae. Y así pasa el tiempo y la pobre doncella ve pasar los días y los años consumida en el encierro.
Zeus manda de vez en cuando emisarios a la tierra para que se enteren de las cosas de los hombres y se las cuenten. Uno de ellos le cuenta la historia de Danae. El emisario no la conoce y no sabe si es tan bella como dicen.
Y el mismo Zeus, la primera vez que baja a la tierra, se acerca a la torre de bronce y ve a Danae a través de los hierros de la ventana. Le gusta mucho, la ama en seguida y quiere entrar a visitarla. Pero no sabe cómo hacerlo. En forma divina nunca se aparece a los mortales, y en forma humana no es capaz de atravesar los muros de bronce.
Un día, Danae está asomada a la ventana mirando el cielo. La ventana es alta, desde ella no puede ver la tierra, y la contemplación del azul y de las nubes es su único consuelo. Se empieza a formar una tormenta a lo lejos. Las nubes oscuras se van acercando, empujadas por un viento huracanado. Alrededor de la torre de bronce se deshacen en lluvia torrencial. Danae contempla el espectáculo divertida. Sabe que la torre es invulnerable y la tormenta es su única distracción.
De pronto, entre las nubes oscuras aparece una nube dorada y resplandeciente que se acerca a la ventana y allí se deshace en una prodigiosa lluvia de oro que cae toda dentro de la prisión. Danae queda muy sorprendida. Y lo estaría más si supiera que aquella lluvia de oro es una forma que ha tomado Zeus para acercarse a ella.
La bella muchacha se ve rodeada de luz y de calor. Siente como si unos brazos misteriosos e invisibles la oprimieran.

Mito de Teseo y el minotauro.

Mito de Teseo y el minotauro.

El Satiro.

El Sátiro en la mitología greco-latina.

El Sátiro es una criatura que encarna las fuerzas vitales de la naturaleza, representado como parte humano y parte carnero, con cuerpo humano, pero orejas puntiagudas, cuernos en la cabeza, nariz chata, abundante cabellera, rabo de cabra y priapismo, que suelen estar cubiertos con pieles de animales.

Se define como Sátiro a una criatura que encarna la fuerza vital de la naturaleza, dentro de la mitología griega.
Junto con las Ménades, forman el cortejo dionisiaco. Conforman una tribu, cuyo padre Sileno, y los tres mayores son Marón, Leneo y Astreo, que eran iguales a su padre. Otras versiones afirman que estos tres fueron los padres de los sátiros.
Aparecen representados con formas variadas, pero la básica es la de mezcla de hombre y carnero, con orejas puntiagudas y cuernos en la cabeza, nariz chata y cabellera abundante, con cola de cabra y priapismo (erección) permanente. Suelen cubrirse con pieles de animales.
En las representaciones romanas, se confunden los sátiros con los faunos (que tenían patas de chivo)
La personalidad de estas criaturas es alegre y picaresca, aunque puede tornarse peligroso y violento; disfrutan de los placeres físicos en general, el alcohol, la danza, son bisexuales.
En las manifestaciones del arte griego arcaico, aparecen representados como ancianos y feos, pero posteriormente, se suavizan con aspecto juvenil y grácil.

El Sátiro en la mitología romana:

El Sátiro romano es considerado como el espíritu de los bosques y se identifica con el dios Pan.
Las representaciones de los sátiros romanos son las que perduraron posteriormente en el arte. El aspecto difiere con el del Sátiro griego, ya que se lo representa como una criatura mitad humana, y de la cintura para abajo con cuerpo de cabra. Solían tener cuernos de cabra o carnero. Los poetas romanos suelen confundirlos con los faunos, de origen diferente.

Otras mitologías reconocen la existencia de criaturas similares a los sátiros greco-latinos, como en el folklore eslavo los lisovik, o los carantoñas de los bosques del noroeste de la península ibérica. Estas criaturas se asemejan a los sátiros en su carácter alegre, festivo, su promiscuidad sexual o su debilidad por el vino.
En la mitología cristiana, la representación del Sátiro se asimiló con el diablo, y actualmente se representa como criatura con patas y cuernos de cabra.

Mito del minotauro.

Asterión era el minotauro, un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro, de la mitología griega.
La leyenda del minotauro aparece reseñada en la biblioteca mitológica de Apolodoro. Su nombre significa “Toro de Minos”, y es el fruto de la unión de Psífae con un toro.
Asterión fue encerrado en un laberinto diseñado por un artífice, Dédalo, quien lo planificó para impedir que escapara. Se supone que el laberinto se encontraba en la ciudad de Cnosos, en la isla de Creta. Viviendo dentro del laberinto, era alimentado con seres humanos que se ofrecían como sacrificio, hasta que es derrotado y asesinado por Teseo.
Las distintas versiones de la leyenda no coinciden, pero la más aceptada es que el rey Minos, hijo de Zeus y Europa, solicitó a Poseidón, apoyo para destronar al rey Asterión de Creta. Poseidón respondió haciendo emerger un toro blanco del mar, que Minos prometió sacrificar en su nombre. Pero Minos no cumplió con sus promesas y sacrificó otro toro.
Poseidón notó el engaño y decidió vengarse, para ello, hizo que Pasifae deseara intensamente al toro. Para seducirlo, solicitó la ayuda de Dédalo, quien le confeccionó un disfraz de vaca de madera, con lo que obtuvo éxito en su propósito, de lo cual nació Asterión, el minotauro.

La leyenda del minotauro y Teseo:

El minotauro, además de su monstruosa figura, tenía otro defecto peor, se alimentaba exclusivamente de carne humana, y se ponía más salvaje a medida que crecía. Cuando se volvió incontrolable, Minos ordenó que Dédalo construyera el laberinto, dentro del cual abandonaron a Asterión.
Debido a un enfrentamiento entre Atenas y Creta, la segunda demandó a los atenienses la ofrenda de siete doncellas y siete jóvenes para sacrificar en el laberinto, que debían entregarse cada nueve años. Estos 14 jóvenes eran depositados en el laberinto hasta que se encontraban con la bestia y servían como alimento.
Mucho tiempo después del castigo, Teseo, hijo de Poseidón, se propuso salvar a su patria de la condena matando al minotauro. 
Leyenda del minotauro en la mitología griega.
 Teseo llegó a Creta y conoció a Ariadna, hija de Minos, de la cual se enamoraron. Ariadna quiso detener al joven, pero como no pudo disuadirlo, se dispuso a ayudarlo e ideó un plan. Ofreció a Teseo un hilo muy largo, el cual no debía soltar por ningún motivo mientras estuviera dentro del laberinto. Ella lo sostendría del otro extremo. El joven entró en el laberinto y según la leyenda del minotauro, logró vencerlo y salir del laberinto, gracias al cordel de Ariadna.

Música♫♪


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