Fragmento de la obra de Sófolces, Edipo Rey
EDIPO: ¡Oh, hijos, descendencia nueva del antiguo Cadmo!. ¿Por qué os encontráis en actitud sedente ante mí, coronados con ramos de suplicantes?.
La ciudad está llena de incienso, a la vez que de cantos de súplica y de gemidos, y yo, porque creo justo no enterarme por otros mensajeros, he venido en persona, yo, el llamado Edipo, famoso entre todos.
Así que, anciano, ya que eres por tu condición a quien corresponde hablar, dime en nombre de todos: ¿cuál es la causa por la que estáis así ante mí?. ¿El temor o el ruego?. Piensa que yo querría ayudaros en todo. Sería insensible si no me compadeciera ante semejante actitud.
SACERDOTE: ¡Oh Edipo, que reinas en mi país!. Mira de que edad somos los que nos sentamos cerca de tus altares, unos, sin fuerza aún para volar lejos, otros, torpes por la vejez, somos sacerdotes -yo lo soy de Zeus-, y otros, elegidos entre los aún jóvenes. El resto del pueblo con sus ramos permanece sentado en las plazas, en actitud de súplica, junto a los dos templos de Palas y junto a la ceniza profética de Ismeno.
La ciudad, como tú mismo puedes contemplar, está demasiado agitada y no es capaz de levantar la cabeza de las profundidades por la sangrienta sacudida.... Pero ahora ¡Oh Edipo, el más sabio entre todos!, te imploramos que nos consigas alguna ayuda, bien sea después de escuchar el mensaje de algún dios o bien lo conozcas de un mortal......
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